Aunque el equipo médico sólo forma parte de la vida de estos pacientes durante unos días, algunas de sus historias se quedan grabadas para siempre en la memoria de nuestros médicos. Es el caso de Garang Deng Thon, un joven sudanés del sur, al que una bala le alejó de las aulas durante más de diez años y al que operó el Dr. John Tipo.

Un domingo, mientras estaba en la Iglesia con su madre y sus hermanos, unos hombres en el exterior comenzaron a discutir por el ganado. La pelea acabó en un tiroteo. La multitud salió corriendo en todas direcciones intentando huir de los disparos. El pequeño Garang, que por aquel entonces tenía solo 10 años, salió corriendo hacia la zona en la que venían los disparos. Cuando quiso reaccionar era demasiado tarde, dos balas habían impactado en su cabeza. “No recuerdo lo que pasó después. Sólo despertar en el hospital después de que me hubiesen extraído una bala de la cabeza”. La segunda bala seguía ahí. Los médicos le aseguraron que la inflamación y el malestar se pasarían pronto.

Unos meses antes de una de nuestras misiones en Sudán del Sur, la madre de Garang le acompaño al Hospital Universitario de Malakal, al norte del país. Ambos descubrieron entonces que la causa de los dolores que sufría desde hacía años era una segunda bala que los médicos no habían visto. A finales de julio de 2013, el equipo de cirujanos de Amref extrajo el segundo proyectil.

“Me siento feliz al poder sostener hoy la bala que no me ha dejado ser como cualquier otro niño” confiesa Garang. “Ahora lo que quiero es volver a estudiar cuanto antes. Sé que puedo trabajar duro para convertirme en médico como el D. John”.

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